En la superficie terrestre,
sin importar las dimensiones de los fenómenos observados, todos los elementos están
relacionados y son interdependientes. Mediante la alteración del curso de un evento, las
consecuencias se manifiestan masivamente por si mismas como ondas, afectando todos los
elementos vecinos. En la naturaleza todos los parámetros biofísicos están conectados en
una relación recíproca (la atmósfera, los océanos, el ciclo hidrológico, la
vegetación y la productividad del suelo). Hay un sutil, pero preciso equilibrio entre
estos componentes.
En la región de América
Latina y el Caribe existe una gran variedad biofísica donde la vegetación, los climas,
los suelos y las geoformas y las relaciones y procesos que se dan entre ellos generan la
formación de diferentes ecosistemas y hábitats con un gran potencial ecológico y
ambiental. Existen en esta región formaciones vegetales que van desde la vegetación
boreal y subboreal hasta vegetación subtropical y tropical, donde algunas áreas aún se
encuentran bastante conservadas y casi intactas. De igual manera la variedad climática y
de suelos que se encuentra en la región junto con la vegetación hacen de ésta, una
región de gran potencial ecológico.
Sin embargo, el incremento en la
población y el desarrollo paralelo de las actividades industriales y agrícolas está
teniendo un profundo efecto sobre estos componentes (vegetación, suelos, climas y agua) y
sus relaciones. Los ecosistemas se están degradando cada vez más, y la capacidad del
ambiente para soportar un desarrollo sustentable está siendo amenazada. En este proceso
de cambios que se viene dando en la región, es importante tener en cuenta las relaciones
que existen entre la deforestación, las actividades humanas, la degradación de suelos y por ende su efecto sobre el recurso agua.