Selva Lacandona >Colonización y Transformación
La región lacandona está cruzada por cordilleras bajas, sensiblemente paralelas, que corren en dirección noroeste-sureste y culminan en un estrechamiento orográfico conocido como el Nudo del Diamante, con alturas hasta de 1,800 msnm donde hacen presencia bosques de pino.
Otras serranías notables son la sierra de San Felipe que contiene el sistema lacustre El Suspiro, Ojo Azules y otros; las sierras que rodean el lago Miramar que promedian altitudes de 1200 msnm y las sierras Guiral y de Piedras Bolas al norte y noreste del área lacustre de Meztabok. Los valles y llanos definidos por este relieve montañoso se ubican al norte del lago Ojos Azules (680 msnm), al noroeste del lago Santa Clara (400 msnm), alrededor de Palenque (50 a 100 msnm), en la cuenca superior del río Chocoljá, en la cuencas de los ríos Tulijá y Baxcan (150 msnm), en la confluencia de los ríos Jataté y Perlas (la sabana de San Quintín), en la cuenca del río Lancanjá y en la planicie que se extiende entre los ríos Lacantún y Chixoy (Marqués de Comillas, 225 msnm).

 

Los procesos de transformación del paisaje se inician  desde 1870 en adelante cuando se establecen las compañías madereras, las cuales explotaron la selva desde  finales del XIX  hasta principios del XX. No obstante, la extracción se limitaba a dos especies, la caoba y, en mucho menor cantidad, al cedro.

En aquellos tiempos no se disponía de la infraestructura necesaria para hacer transformaciones serias; el corte y el transporte eran lentos y las áreas de extracción se reducían a las cuencas de los ríos y arroyos capaces de llevar los trozos a Tenosique en la época de crecientes.  
Los claros hechos por los monteros para la siembra de los cultivos que servían de sustento a los trabajadores eran pocos y de pequeña extensión. Hasta 1949, la explotación maderera  no significó una destrucción irreversible del bosque.  

A partir de 1955 la selva lacandona comenzó un proceso de modificación del entorno debido al tráfico de especies y a la deforestación, fundamentalmente por la penetración en la zona de campesinos y ganaderos para los cuales el recurso forestal es irrelevante e incluso lo ven como adverso.

La apertura de terrenos para ganado propició un cambio de cobertura vegetal de bosque a pastizal con algunos parches de acahuales y milpas.

Los procesos de deforestación que ocurrieron entre 1970 y 1990 en otras regiones similares del país (especialmente la región del Soconusco y buena parte de la planicie costera del  Golfo de México), acrecentaron la importancia y la presión sobre las masas de bosque y selvas relativamente intactas de la lacandona, impulsando a amplios grupos de conservacionistas y científicos a convertirla en reserva.  
Por lo anterior, mediante decreto presidencial del 12 de enero de 1978, fue establecida en el centro mismo de la selva lacandona, la Reserva Integral de la Biosfera “ Montes Azules” (RIBMA) con una extensión de 332,000 hectáreas y en años posteriores fueron igualmente establecidas otras cuatro reservas menores hasta alcanzar un total de 450,000 hectáreas (Vázquez- Sánchez y Ramos, 1992; Gómez-Pompa y Dirzo, 1995 en Toledo 1998).  

No obstante estos esfuerzos de conservación, la selva lacandona ha sufrido una intensa colonización durante las últimas décadas que ha desencadenado un fuerte proceso de deforestación, especialmente en la porción conocida como Las Cañadas.  

O´Brien (1998) estimó que para la región mayor de la selva lacandona se perdió del 60% al 78% de la superficie total en el período de 1975 a 1991.

 

La mayoría de los espacios talados han entrado en un proceso irreversible de empobrecimiento de la tierra, debido a la erosión y al progresivo agotamiento de la delgada capa de suelo fértil que la selva posee.

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