

Milpa es
una palabra
de origen náhuatl que quiere decir "campo recién limpado"; es una zona de
cultivo dentro de la selva. En la
tradición maya todos los árboles y otros recursos naturales, como el agua, los
animales, el viento etc., tienen su dueño. Este dueño, que muchas veces habita en alguna cueva o montaña, debe dar
permiso para que los seres humanos puedan hacer uso de sus posesiones y se le debe
de tratar con respeto o puede traer desgracias a la comunidad. Por tanto, la apertura de una milpa es acompañada por actividades
rituales con el propósito de agradar al dueño de la selva y conseguir su
permiso.
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Como
consecuencia de esta creencia, la milpa se trabaja de tal
forma que, después de algunos años de siembra, se inicia un proceso de regeneración
de la parcela. La
regeneración de la vegetación selvática depende de técnicas precisas, de un
conocimiento íntimo del ambiente selvático.
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Esta sucesión ecológica
controlada resulta en una mayor biodiversidad local, debido a la creación de un
mosaico de parcelas en diferentes etapas.
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Tanto la
milpa como el huerto-jardín contribuyen
a la biodiversidad al ser sitios de la creación y conservación de los cultivos
nativos, variedades de plantas cultivadas que son el tesoro acumulado por más de
5,000 años de manejo de los recursos botánicos de la región.
No sólo el maíz fue cultivado por los agricultores indígenas de Mesoamérica sino muchas
otras más, aparte de las traídas de otras regiones
y adaptadas a la selva maya.
Cuando
llega la conquista, los mayas y otros grupos de la región habían producido más de 70
cultivos con innumerables variedades. Así
que el maíz no es el único cultivo de la milpa sino que se encuentran muchas
otras combinaciones de
plantas según las condiciones locales.

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