Los pobladores de la zona tienen una cultura artesanal muy rica. Tanto el trabajo en junco como en madera utiliza recursos locales. El trabajo artesanal se ha desarrollado en las últimas décadas debido al incremento del turismo y al consecuente aumento en la demanda de estos artículos.

En lugares como Ihuatzio, Cucuchucho, San Jerónimo, Tarerio y San Andrés, el pescador regresa a casa, llevándole a la familia el material traído del lago para hacer petates. Esta actividad manufacturera, aunque está en manos de todos, se concentra principalmente en las mujeres con la ayuda de los hijos mayores. Además de los petates se hacen cestos, tortilleros y sombreros, entre otras cosas. Tejer el tule todo el año, asegura una entrada constante de dinero.

En Quiroga se fabrican muebles y otros objetos realizados en madera pintada, como juguetes y recipientes; en Tócuaro se especializan en la fabricación de máscaras; en Santa Fe y Tzintzuntzan trabajan el cobre y la alfarería; en Erongarícuaro hay talleres de bordado, aunque esta actividad la realizan mujeres de toda la zona; en Santa Ana y Huecorio viven trabajadores del sector terciario y albañiles que se emplean en la ciudad (Lise y Pietri, 1976: 45-47).